9.8.16

LA MISIÓN HALDANE 1912


La gestión de la crisis de Agadir en 1911 había agudizado seriamente las diferencias entre los liberales radicales y los liberales imperialistas en el gabinete Asquith. Estos críticos subrayaron por ejemplo, que la Entente no podía ser manejada como si fuera una alianza formal. El fondo y la forma de la política del ministro Grey estaba profundamente cuestionada a principios de 1912.

Este “Nuevo radicalismo” tenía como portavoces parlamentarios a E. D. Morel y Arthur Ponsoby,  que denunciaban como la diplomacia del país había actuado deliberadamente para ahondar las diferencias francoalemanas sobre Marruecos. También subrayaban la falta de explicaciones públicas del ministerio de exteriores y pidieron la creación de una comisión parlamentaria sobre asuntos extranjeros. Algunos conservadores, preocupados por infracciones del acuerdo sobre Persia por parte de los rusos, alimentaron esta postura. Pedían un esfuerzo de distensión con Alemania. En particular, negociar lo relacionado con la carrera naval, y el cese de las conversaciones sobre despliegue de tropas inglesas en Francia. En definitiva, renunciar a la Entente o al  menos limitar su relevancia.

Es curioso que Grey contara con apoyos muy sólidos también en la oposición conservadora, que consideraba la Entente como una garantía de paz. El ministro recurrió a una de sus tácticas favoritas, amagar con dimitir y poner así en cuestión la continuidad del gobierno liberal en pleno.


Para desbloquear el panorama Grey asumió la reanudación de las conversaciones sobre intercambio de información naval y asuntos coloniales con los alemanes, suspendidas desde hacía largo tiempo. Esta nueva postura no fue bien vista por los asesores más destacados del ministro, Arthur Nicolson y Eyre Crowe.

Los preámbulos para la reanudación de esos contactos navales empezaron en enero de 1912. Albert Ballin, director de negocios de la compañía Hamburgo-América entró en conversaciones con  Sir Ernest Cassel, un banquero internacional nacido en  Alemania y nacionalidad británica, con acceso a diversos círculos de ambos países y amigo de Churchill.
FOTO.  ERNEST CASSEL, MEDIADOR DE LA MISIÓN HALDANE.

Pronto quedó patente el interés del canciller Bethmann, preocupado por los costos crecientes de la carrera de armamentos navales. Desde el principio los liberales imperialistas ( Churchill, Grey, Lloyd George ) demandaron que los alemanes aceptaran un memorándum  reconociendo la supremacía naval británica y el cese del aumento del contingente naval germano.
CARICATURA DE LA REVISTA PUNCH REPRESENTANDO A HALDANE, GREY Y LLOYD GEORGE.

 A cambio, Londres estudiaría las demandas coloniales que se le presentasen y el posible establecimiento de “garantías específicas”. El Káiser Guillermo II y Bethmann, a su vez, lo condicionaron a la aplicación de la “Novelle” ( el programa de leyes navales alemanas).

Cassel llevó este mensaje el 30 de enero de 1912. En Gran Bretaña temían precisamente que la puesta en marcha de la nueva “Novelle” ( que incluía 3-2-3-2-3-2 dreadnoughts por año en el siguiente sexenio, en total 15 acorazados nuevos, e incrementos de personal) desencadenaría  una nueva espiral de armamentos. El memorándum que Cassel entregó a Bethmann fue así resumido por este último:
" Aceptación de la superioridad de Inglaterra en el mar, no aumentar el programa naval alemán, una reducción, la mayor posible, de este programa; y por parte de Inglaterra no poner impedimentos a nuestra expansión colonial, discusión y ayuda a nuestros propósitos coloniales , proposiciones por declaraciones mutuas de que las dos potencias no tomarían  parte en planes agresivos o convenios  que pusieran a una frente a otra." También trajo el mediador una nota cordial del Káiser y una explicación de la Novelle
FOTO. LLOYD GEORGE Y CHURCHILL



El viernes 2 de febrero todo el gabinete británico fue informado de la nota de Berlín. Lord Haldane, ministro de la Guerra, fue el escogido para visitar la capital alemana y explorar las posibilidades de un acuerdo ya de un modo oficial.


La aprobación fue otorgada el 6 de febrero después de que Bethmann reiterara su interés. Aunque al día siguiente Haldane partió discretamente acompañado por Cassel, fue reconocido por un periodista durante el viaje y se dispararon los rumores.
FOTO. EL ALMIRANTE VON TIRPTIZ, IMPULSOR DE LA HOCHSEE FLOTTE Y DE LA RIVALIDAD MARÍTIMA CON INGLATERRA. Nada más llegar a destino, Haldane se entrevistó con Guillermo II, Bethmann y el almirante Von Tirpitz. Pero mientras, el día 9 Churchill proclamaba en un acto público en Glasgow que Gran Bretaña estaba determinada a mantener su ventaja naval y que la flota alemana era un “capricho”. Fue un gesto deliberado.
 EL DISCURSO DE CHURCHILL EN GLASGOW


El canciller rehusó rebajar la “Novelle”, y solo ofrecía ralentizar su ritmo de construcción, y a condición de que Inglaterra se comprometiese a la neutralidad en caso de conflicto continental. Haldalne pudo observar el desorden y las divergencias dentro del propio gobierno alemán, y solo aceptaba el principio de no unirse a una agresión sin provocación contra Alemania. Bethmann  solo pudo limitarse a mostrar su deseo de prolongar las conversaciones y Guillermo II le entregó a su invitado una copia pormenorizada de la ley naval con detalles técnicos. El 11 de febrero Haldane retornó a Londres.
LA VISIÓN DEL CANCILLER BETHMANN SOBRE LA MISIÓN HALDANE

Después de que el equipo del Almirantazgo examinara minuciosamente el ejemplar de la “Novelle” traído por Haldane, Churchill informó al gobierno el 14 de febrero que la principal amenaza era el paso que darían los alemanes de 18 acorazados a 25 en activo (sumando las construcciones anteriores a 1912). Ante ello, obligatóriamente debería disponer de 22 acorazados activos en aguas propias y Gibraltar, y los 6 buques en el Mediterráneo deberían ser retirados. Los ingleses tendrían que gastar 14 millones de libras más.  Sería preciso responder con un programa de 5-4-5-4-5-4 ( 27 nuevos acorazados en total) para el siguiente sexenio. Sería necesario aumentar en 4.000 hombres el personal solo en 1912, y más en los siguientes. En esas condiciones era inviable un acuerdo político con el II Reich. Es verdad que la mayoría del gobierno de Londres conservaba alguna esperanza de conseguir modificaciones en la “Novelle”  y ordenó a Grey y Haldane mantener un hilo abierto con el embajador Metternich, pero los contactos languidecieron a final del mes.

Otra consecuencia diferente de la misión Haldane fue suscitar los celos de Francia. Nicolson se apresuró a garantizar al embajador Cambon que no había oportunidad para un trato angloalemán. Gabriel Hanotaux, exprimer ministro francés, y algunos redactores conservadores impulsaron una campaña interpretando la misión Haldane como otra jugarreta de la “pérfida Albión”. El presidente Poincare tuvo que hacer una vigorosa intervención para poner en valor la Entente con Gran Bretaña.


En las semanas siguientes no hubo más progresos en las relaciones angloalemanas. Berlín rehusaba alterar las leyes navales sin un pliego de neutralidad británico. Haldane pensaba que Tirpitz y sus almirantes habían evaporado la iniciativa de Bethmann. 

El primeros de marzo Churchill presentó informe de sus previsiones al parlamento británico. Con todo, el 12 de marzo Metternich resucitó las esperanzas al sugerir que las leyes navales podrían ser  enmendadas considerablemente siempre que pudiera proporcionarse una fórmula política satisfactoria. El día 13 Grey hizo una propuesta poco sustanciada: “Inglaterra no lanzará un ataque sin provocación sobre Alemania y prometerá no emprender ninguna política agresiva contra ella. La agresión sobre Alemania no es el objetivo y no forma parte de ningún tratado en vigor o combinación  de la que Inglaterra es parte ahora, ni se convertirá en parte en alguno que tenga semejante propósito” Los alemanes replicaron por boca de Metternich que necesitaban una clausula adicional: " Por consiguiente, Inglaterra observará como mínimo, una actitud de neutralidad benévola, en caso de serle impuesta una guerra a Alemania ". Incluso así, la nueva ley naval no iba a ser retirada, como mucho modificada. 

Al cabo, la única concesión alemana fue la renuncia a uno de sus dreadnoughts, con lo cual los ingleses disminuyeron en dos unidades su programa a una secuencia de 4-5-4-4-4-4 ( total de 25), aunque en realidad dispondrían de uno más, el "Malaya", costeado por esa colonia británica.

Entre determinados miembros de la diplomacia y la administración hubo alivio porque la misión Haldane concluyese en un mero ejercicio de cortesía, sin acuerdos plenos. El embajador británico en París, Bertie, avisó a Poincare y a sus colegas franceses de exteriores para que elevaran la voz y dificultasen la misión Haldane. El subsecretario del Foreign Office Arthur Nicolson, precisamente encargado de entregar los informes e instrucciones para las reuniones de Haldane en su viaje, no deseaba bajo ningún concepto que el impulso a las relaciones con Berlín estropeara lo que él consideraba la obra maestra de su carrera, la amistad con Rusia afanósamente negociada por Nicolson en 1907. En una carta escribió : “Personalmente, no veo motivo de que tengamos que abandonar la excelente posición en la que nos encontramos y renunciar a ella para enredarnos en unos denominados “acuerdos”, que muy probablemente, cuando no con toda seguridad, pondrían en peligro nuestras relaciones con Francia y Rusia”. Casi tan significativo como las propias palabras era el interlocutor al que iban dirigidas, el embajador Bertie.

Aunque se había llegado a un callejón sin salida, las conversaciones sobre asuntos coloniales se mantendrían hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial.